La simbiosis es una interacción biológica en la cual dos organismos de diferentes especies establecen una relación estrecha y prolongada en el tiempo, ya que beneficia la supervivencia de ambos organismos. La relación entre los seres humanos y las bacterias beneficiosas en nuestro tracto gastrointestinal representa una simbiosis mutualista que ha sido afinada a lo largo de millones de años. Las bacterias asisten en la digestión, descomponiendo alimentos, especialmente fibras, que no podemos procesar por nuestra cuenta. Esta descomposición resulta en ácidos grasos de cadena corta, que alimentan las células del colon y promueven la salud intestinal. Estas bacterias juegan un papel protector, compitiendo con patógenos potencialmente dañinos por el espacio y recursos, también son esenciales en la producción de ciertas vitaminas como la vitamina K y algunas del complejo B. Por otro lado, también tienen un papel crucial en la modulación y educación de nuestro sistema inmunológico, afinando sus respuestas y ayudando en la defensa contra infecciones. En contrapartida, ofrecemos a estas bacterias un ambiente rico y estable en nutrientes. Dentro de nuestro sistema digestivo, tienen acceso a una dieta constante, en particular a aquellos componentes que no podemos digerir completamente. Esta relación ha sido tan fundamental en nuestra evolución que cualquier desequilibrio en esta comunidad bacteriana, conocido como disbiosis, puede tener graves repercusiones en nuestra salud, subrayando la importancia de esta interacción mutualista.